Al trabajar en equipo, cuando algo sale mal, es muy común reaccionar buscando un culpable. Pero… ¿qué ganamos con eso?
El señalar con el dedo al “culpable” tiene las siguientes consecuencias:
- Dejar en evidencia a la persona señalada ante el resto de sus compañeros de equipo.
- Poner en duda su profesionalidad y la calidad de su trabajo.
- Volcar toda la responsabilidad sobre una sola persona.
Esto afecta a la confianza y genera un estrés añadido a la persona en cuestión.
¡Hey! Pero cuando hacemos algo bien, ¿acaso no gana todo el equipo?Cuando todo sale bien, cuando el trabajo se ha finalizado correctamente y hemos alcanzado nuestras metas, ¿no ha sido gracias al esfuerzo y el trabajo de todos? Cuando pierde nuestro equipo de futbol: “Pero como han podido fallar, ¡qué malos son!“, pero cuando gana…
“¡Hemos ganado! ¡Somos los campeones!”
¿No debería entonces ser responsabilidad de todos el no haber cumplido los objetivos?
Compartir las alegrías tiene muchas ventajas pero compartir los tropiezos también las tiene, vamos a ver algunas razones para no personalizar los errores en un solo individuo:
- Se comparte la responsabilidad, por lo tanto hay menos tensión.
- Todo el equipo podrá valorar los fallos y aprender de ellos.
- Aumenta la comunicación y fortalece los lazos.
- Al no enfrentar solo el problema, la sensación de seguridad es mayor.
- Se disponen de más puntos de vista y, por lo tanto, más ideas y soluciones.
“Los logros de una organización son los resultados del esfuerzo combinado de cada individuo”